Si la colonia hablara, el título es lo que menos cuenta
- cinefilosrincon
- 29 ene 2019
- 2 Min. de lectura

Tish (KiKi Layne) y Alonzo (Stephan James) son dos jóvenes de color que se conocen desde muy pequeños. Ahora que son adultos, viven y disfrutan de su amor; forjando sueños y aspiraciones, teniendo como premisa que el amor lo puede todo. Desafortunadamente, un falso testimonio y una intervención policial homófoba, hacen que Alonzo sea recluido en la prisión del Estado, separando a la pareja, físicamente, y uniéndolos espiritualmente.
Estamos frente a una exposición más sobre la discriminación racial. Barry Jenkins, nuevamente está a cargo de un filme que viene a confirmar la teoría que las fallas del poder judicial pueden existir en cualquier parte del mundo, pero se enfatizan cuando se trata de personas de color o latinas.
Similar a lo que nos presentó en Luz de Luna (Moonlight), Jenkins se aferra a la idea de que los buenos sentimientos entre las personas, pero, sobre todo, el amor, siempre prevalecerá a pesar de los momentos más difíciles de la vida, donde el rechazo de la sociedad y la familia no deben significar un obstáculo para alcanzar nuestras aspiraciones.
La relevancia del filme recae en la intensidad del argumento, en el que se enfatizan la influencia de la creencia religiosa y la unión familiar, depositando, por completo, en la fuerza del amor, la esperanza y la fe, capaces de derribar muros.
El relato cuenta con escenas muy significativas y con una estructura de diálogos que nos permiten permanecer en la historia, donde los personajes se distinguen por su fortaleza y, en algunos casos, por la irracionalidad de ideas y en la creencia de la voluntad divina.
La música juega un papel muy importante en la cinta, ya que permite que el público congenie con la historia de una manera más profunda, dejando de lado los convencionalismos armónicos y distintivos de una película de este tipo. Vale mucho la pena.
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