Un Asunto de Familia, una realidad que hiere

Una familia japonesa, conformada por una anciana, dos adultos, una joven mayor de edad y dos niños, vive en la pobreza en una zona aislada de la ciudad de Tokio. Aunque tres de ellos trabajan por una baja remuneración, no alcanza para la manutención de todo el grupo, por lo que recurren al robo, mientras que enseñan a los pequeños a hurtar en tiendas de autoservicio.

Todo se complica cuando la anciana muere y el resto empieza a perder su único empleo, orillándolos a cometer errores mayores y graves, lo que propicia que sean descubiertos por las autoridades de la ciudad, culminando en la separación de la familia.

El décimo tercer largometraje del director japonés Hirokazu Kore – eda, nos remite, nuevamente, a un estado situacional de la familia y las relaciones humanas, exponiendo los verdaderos motivos que unen a las personas para dar forma a un núcleo social, aunque su consanguinidad no prevalezca en cada uno de sus miembros, como es el caso.

La soledad, la situación de calle, el maltrato y el olvido, son las causas que expone Kore-eda que orillan a las personas a dejar su verdadero hogar, algo que prevalece en todas las sociedades del mundo, pero, sobre todo, en las subdesarrolladas.

El filme se convierte en una forma de denuncia, ya que los organismos gubernamentales encargados de ver por el bienestar de las familias, omiten su labor, orillando a los más vulnerables a cometer ilícitos y a vivir en situaciones sobrehumanas, cuyas carencias de afecto, casa y sustento deben ser solventadas de otra manera.

Al igual que en sus anteriores trabajos, Kore-eda va desenhebrando la trama hasta llegar al origen de la misma, con todo y sus implicaciones, dejando en el espectador la disyuntiva del problema y la revaloración de nuestros lazos familiares. Sin duda, un trabajo que hiere susceptibilidades y hace un llamado a los organismos especializados para atender el problema.