Nunca estarás a salvo, el título es lo de menos

Joe (Joaquin Phoenix) es un asesino a sueldo que padece de síndrome postraumático a consecuencia de su permanencia en la milicia de su país, por lo que canaliza su padecimiento sirviendo para los fines privados que gozan de cierta estabilidad económica.

Desafortunadamente, al ser contratado por el Senador norteamericano Albert Votto (Alex Manette) para encontrar y rescatar a su hija Nina (Ekaterina Samsonov) de manos de un grupo de pederastas, Joe se enfrenta a una mafia muy bien organizada, encabezada por el mismo Gobernador del Estado, quien, a su vez, desata una brutal cacería contra Joe y de todos sus contactos y familiares, lo que pone en tela de juicio la aplicación de la justicia y la armonía social.

Es el noveno trabajo cinematográfico de la directora Lynn Ramsay (We need to talk about Kevin) aborda un complejo y delicado problema social que alerta a los padres sobre los cuidados de sus hijos menores: La pederastia y la pedofilia, y lo hace a través de un vengador anónimo cuyos rasgos son infranqueables y difíciles de rastrear, por lo que elige al uno de los actores menos carismático e inexpresivos del cine, pero un profesional de la actuación, Joaquin Phoenix.

La cinta evita el exceso de diálogos y se concreta de brindar sólo la información necesaria, otorgando al público la libertad de sacar sus propias conclusiones sobre el personaje principal y la trama del filme, el cual goza de una excelente edición, lo que permite al cine espectador ir desmadejando la historia y los orígenes de la violencia que persiste en la sociedad actual, siendo rematada con la frase en voz en off de Joe: “¿Qué estamos haciendo?

Ramsay no es muy adicta a las escenas de violencia, por lo que sus películas, si han de contener acciones sangrientas, se concretan a unas simples tomas que denoten los hechos, sin llegar a la saturación.

Por otro lado, la realizadora siempre se ha preocupado por las circunstancias que llevan a un individuo a convertirse en un ser violento e inadaptado, brindando, así una explicación de los motivos que llevan a los asesinos a cometer sus salvajes actos, delegando una gran culpa a la sociedad y a los padres, donde la indiferencia y la mala educación puede ser transmitida por generaciones.