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Yo, Tonya, tan vertiginosa como la historia real

  • cinefilosrincon
  • 20 feb 2018
  • 2 Min. de lectura



Tonya Harding (Margot Robbie), durante la década de los 90, fue una de las patinadoras norteamericanas con más posibilidades de alcanzar la inmortalidad en el patinaje artístico mundial, pero un delicado atentado personal contra otra patinadora compatriota, puso en entredicho la limpieza competitiva de Harding, ya que era señalada como la autora intelectual de la agresión, haciéndola ver como una deportista sin escrúpulos, capaz de hacer cualquier cosa con tal de ser la mejor.


Los falsos documentales tan vertiginosos como Yo, Tonya, merecen ser reconocidos aparte. Tanto Steven Rogers en el libreto, como Tatiana S. Riegel en el montaje, consiguieron que el excelente trabajo que hizo Craig Gillespie con Margot Robbie y Allison Janney (LaVona Fay Golden), tome una importancia aún mayor, ya que perfila a sus personajes con una fuerza tan contundente que, en verdad, sostienen la película durante las dos horas que dura el filme.


Otro aspecto que debemos resaltar, es el cambio físico de cada una de las caracterizaciones, lo que nos da una muy buena ubicación en el tiempo, lo que amerita una mayor compenetración en el personaje por parte de los actores, quienes se ven obligados a cambiar vertiginosamente de faceta a medida que el guión así lo requiere.


Gillespie enriquece su película con entrevistas y cortes de cámara que involucran directamente al espectador, haciéndolo sentir como si formara parte de un jurado que está a punto de deliberar sobre un crimen: ¿quién dice la verdad? ¿Quién es el verdadero culpable de todo esto?


Pero eso no es todo. Los productores, incluida la misma Robbie, no desearon dejar a un lado la belleza que representa la acción de esta disciplina, por lo que dispusieron de un equipo de filmación y efectos especiales capaces de brindar un mayor realismo a las escenas, por lo que podemos apreciar diferentes ángulos del movimiento, tal y como acontece en una transmisión en vivo.


Finalmente, para bien o para mal, Gillespie se encuentra en la disyuntiva de confrontar al público con la Tonya despiadada y la Tonya víctima, y lo hace a través de un humor negro tan característico de algunos directores.

Vale mucho la pena. Lo mejor para este fin de semana en cartelera.


 
 
 

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