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Black Panther, sólo para seguidores de hueso colorado

  • cinefilosrincon
  • 14 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

T’Challa (Chadwick Boseman), mejor conocido como Pantera Negra, es el sucesor al trono de Wakanda, una prospera y pacífica nación africana, cuyo principal y valioso recurso, es un metal llamado Vibranium, el cual se convierte en un codiciado botín para un grupo de mercenarios comandados por Ulysses Klaue (Andy Serkis). En medio de una batalla épica, T’Challa deberá recuperar el preciado metal, pero además aprender a ser el gran líder y monarca que su pueblo necesita, pese a que su peor amenaza lleve su misma sangre.


Marvel Comics poco a poco va lanzando, por separado, todo su arsenal de superhéroes, aunque en algunos casos el argumento carezca del sustento suficiente para llevarlo a la pantalla grande.


Tal es el caso de Black Panther, un filme que fue proyectado paulatinamente, y de manera estratégica, para conseguir algo que, desde nuestro punto de vista, nos quedó a deber, ya que la película se enfrasca en un problema de identidad, al trastocar historias muy similares a los de otras producciones, tal es el caso de: El Rey León, James Bond 007, El Señor de los Anillos, entre otras.


El comienzo es muy flojo y, aunque en ocasiones está a punto de levantar, no lo logra, quedándose en el intento. Solo el epílogo rescata, en cierta forma, lo insalvable, donde lo más prodigioso es el ejército de guerreras Wakandianas, quienes muestran una agilidad y un estilo de combate diferente, consiguiendo que la pasiva adrenalina del espectador se desprenda por momentos, al contrario de Black Panther, cuyo modo de lucha es muy similar al de Spiderman, aunque con poderes más llamativos, pero pese a ello no es lo que esperábamos tener como superhéroe, tal y como lo presentan en los carteles promocionales.


Por si fuera poco, la historia se comprime en el clásico problema de discriminación y poderío imperialista, traduciéndose en un levantamiento mundial de la raza negra en contra de todos aquellos gobiernos que han dañado y menospreciado las habilidades de este pueblo, el cual es representado por una figura que casi ni aparece en la cinta, pero que está forjado con todo el odio y coraje capaz de doblegar al planeta entero: Erik Killmonger (Michael B. Jordan), quien lo único que consigue es enfurecernos con su soberbia y baños de poder que, en verdad, nunca vimos a los largo de los 134 minutos de rodaje.


No queremos pronosticar malos augurios, pero si no dependiera de los millones de seguidores de Marvel Comic Universe, esta tentativa de serie cinematográfica estaría ya finiquitada.


Los ejecutivos de Marvel que se encargan de las decisiones de lanzar a tal o cual superhéroe por separado, deberían pensar mejor sus historias, aunque les lleve un poco más de tiempo, por

que podrían estar lanzando a la hoguera a varios personajes que valen la pena, tal es el caso de Iron Man que, con una primera entrega pudo levantar las esperanzas de otro tipo de cine de acción, pero que con el par de secuelas subsecuentes, terminó por ser depositado en el baúl de los recuerdos. Lástima.


 
 
 

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