Llámame por tu nombre, directa y sin tapujos

Elio Perlman (Timothée Chalamet) es un joven de 17 años que, en el verano de 1983, pasa sus vacaciones en la casa de campo de la familia, donde conoce a Oliver (Armie Hammer), un trabajador de su padre mayor que él, pero con quien tiene un fuerte apego, mismo que se transforma en algo más profundo y nunca antes experimentado por Elio. Una historia de amor que no es color de rosa.

¿Qué hacer cuando el agua se escurre entre tus manos?

Para muchos conservadores, la etapa que vive la humanidad en cuestiones relacionadas con la sexualidad y la libertad de género, representa, más que la madurez social, una interpretación de la decadencia humana, en donde el menosprecio de los se antepone al placer físico.

Pero, ¿Qué hay de la diferencia de edades? ¿También debe considerarse un delito el que dos personas que no compartan la misma generación, pero sí una conciliación de voluntades?

Luca Guadagnino se enfrenta, un año después, a la doble moral de Hollywood y al segundo año de gobierno xenófobo de Trump. Moonlight, sin toda la carga emocional que debería tener, y con una timorata expresión cinematográfica, logró el año pasado lo que ésta debería conseguir, con la mano en la cintura, en la próxima entrega del Oscar. Pero ciertamente podemos estar equivocados.

No estaremos experimentando la mesura y la elegancia de Carol, y tampoco la compenetración e intensidad de La Vida de Adéle, pero nos encontramos frente a un evento más natural, tanto como la vida misma lo permite; con todos aquellos detalles que elaboran la complejidad de las personas y que impiden, por momentos, mostrar su alma libre, sin tapujos, pero que se muestra tal y como es una vez que se siente descubierta y con mucha confianza.

Un filme que nos viene a poner a prueba a los seres humanos; de que estamos hechos. Tal vez reafirme nuestra posición con respecto a la libertad de género, pero quizá sea la película que por fin nos abra los ojos, para permitir que las coas caigan por su propio peso.