Nadie como Oldman... Las Horas Más Oscuras
- El Rincón Del Cinéfilo
- 18 ene 2018
- 2 Min. de lectura

Primero, comenzaremos con lo más sencillo: Las horas más oscuras, de Joe Wright, relata los primeros días de Winston Churchill como Primer Ministro frente la amenaza nazi y fascista en Europa Occidental. Los datos y hechos condensados en estos pocos días son relevantes debido a la transición que enfrenta el Reino Unido comandado por un hombre que no temía pagar el costo más alto por sus decisiones.
Históricamente, la mayoría de las cintas no pueden ser consideradas como fuente confiable, ya que podrían presentar una opinión parcial o sesgada, como todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial, conflicto retratado un sinfín de veces por el cinematógrafo. Las horas más oscuras entra en este grupo de películas que valen más por su trabajo técnico y de actuación que por su versión de los hechos históricos.
El guión intenta ser accesible, rodeado de humor negro o de explicaciones necesarias para quienes desconocen las acciones tomadas durante tales momentos de guerra. Tiene ciertos huecos o pérdida de potencia, debido al arriesgado tema de la cinta: pocos días dentro de todo el escenario británico comandado por Churchill. El sólo tomar esa mínima unidad de tiempo hace que las cosas vayan un poco lento, exagerando en algunos detalles innecesarios.
Ahora, pasamos a lo más importante: las actuaciones, porque, dentro de Las horas más oscuras, lo que más destaca son las interpretaciones —para bien o para mal. El papel de Lily James, interpretando a la secretaria personal, es el más inútil de todos, aunque estuvo planteado como catalizador para los cambios y actitudes de Churchill, ya que forjan un vínculo emocional y decide muchas de sus acciones gracias a ella. Su actuación es pobre y acartonada.
El segundo papel a destacar es el de Kristin Scott Thomas, actriz que representa a la esposa del Primer Ministro. Su imagen envejecida y falsa pasa desapercibida de manera casi inmediata cuando actúa como la compañera solitaria y deprimida por su segundo lugar de Winston. Es un buen soporte para la imagen de Churchill, lo cual es más triste dado el poco tiempo que aparece en escena.
Otros personajes alrededor del Primer Ministro son adecuados, correctos en tono y poder. Y llegamos a la cereza del pastel: Gary Oldman y una actuación que casi le pone el Premio de la Academia y demás galardones en las manos. Su interpretación engaña a cualquiera que lo conociera en El Quinto Elemento o en el Caballero de la Noche —por mencionar ejemplos sencillos—, ya que no sólo se pierde tras el magnífico maquillaje de Kazuhiro Tsuji, sino que su manera de hablar, moverse y otros gestos mínimos se alejan del Oldman de otras cintas.
La cinta es recomendable por el simple hecho de ver a Oldman en una actuación digna de reconocimiento; el resto es una pequeña ganancia.
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