Extraordinario, la aceptación del yo

August Pullman (Jacob Tremblay) es un niño que nació con una severa deformación facial, lo que le imposibilitó para que llevara una vida normal. Aunque sus padres, Isabel (Julia Roberts) y Nate (Owen Wilson), siempre lo han apoyado, ahora que ingresa a la escuela primaria se enfrentan al mayor de sus temores: la aceptación de su hijo. Auggie aprenderá a vivir con el rechazo, o aceptarse y ganar un lugar en este mundo.

Basado en el Best Seller de R. J Palacio, el filme posee un mensaje subliminal que todo el mundo capta, pero que no termina por asimilar, nos referimos al descubrimiento de la calidad humana y al alejamiento de la superficialidad de las personas, pero, ante todo, la aceptación de uno mismo, algo que la mayor parte de las personas “normales” no termina por comprender.

El trabajo fílmico de Stephen Chbosky se aparta de los clichés relacionados con el sentimiento que despierta en las personas la vulnerabilidad de los seres indefensos o con deficiencias corporales, algo que, por lo regular, nos conduce al lagrimeo sin freno. No, por el contrario. Chbosky aborda con ingenio la intencionalidad de la novela y nos entrega un trabajo con mucho humor y honestidad, algo tan difícil de lograr en nuestros tiempos.

No debemos menospreciar el trabajo actoral tanto de Julia Roberts como el de Owen Wilson, sin dejar de mencionar que quien en realidad se lleva las palmas es el niño prodigio de Room (La habitación), Jacob Tremblay, quien nuevamente nos impresiona con la sencillez con la que se conduce para sostener un personaje.

Es grato comprobar que cada vez más directores están dando un vuelco a la tortilla para evitar que este tipo de argumentos se quemen o

terminen en el costal de los recuerdos.